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TRES FÁCILES   (see below for English)

 

El título tiene cierta historia que puede ser divertida. En ese momento, principios de los 80, Ricordi Argentina tuvo un director bastante visionario, Horacio Ceballos (amigo personal, buen guitarrista e integrante del Cuarteto Martínez Zárate) que decidió que era posible editar música en Sudamérica si se complían algunas condiciones, entre ellas, conseguir permiso para hacer ediciones locales de obras importantes y populares (por ejemplo, el “Decamerón Negro” de Brouwer), y venderlas barato para que no valiera la pena hacer fotocopias. Naturalmente, como todas las cosas buenas, no duró demasiado, pero mientras duró, funcionó muy bien. Me habían ya publicado una edición de la Suite BWV 995 de Bach (no era cualquiera que se animaba a encargarle eso a un veinteañero)  y la transcripción para guitarra sola de la Gran Sonata de Paganini. Miguel Ángel Girollet, un queridísimo amigo y colega y también miembro del Cuarteto, había estrenado “Consecuencias” en Buenos Aires, brillantemente. Propuse a Ricordi Argentina publicar la obra, pero la respuesta fue que era demasiado difícil, que nadie la iba a comprar, que hiciera algo más fácil. Así que escribí las “Tres Fáciles”, no en rebeldía como Sor con “Est-ce bien comme ça?” sino con una idea de seguir el juego y divertirme. Pensaba hacer más, que se llamarían “Tres más fáciles todavía” y así sucesivamente, hasta llegar a la última que sería una nota sola en una cuerda al aire, que sería desafinada hacia abajo apenas tocada. No se dio, pero el truco de desafinar las cuerdas terminé usándolo más de una vez.

La primera se mantuvo dentro de la idea de hacer algo que a la vez hablara un lenguaje “actual” (para la época) y fuera fácil de tocar: en realidad, la notación sola no da una idea de cómo suena la pieza porque depende de las resonancias de los armónicos naturales de la guitarra, como alguna de las Klavierstücke de Stockhausen que comienza con 120 y pico acordes repetidos con el pedal bajado (no conocía esa pieza en el momento de composición, aclaro, pero si una idea es buena tarde o temprano a alguien se le ocurre de nuevo, seguramente peor que la primera vez). En la segunda, ya fue diferente, porque hay pocas notas, pero medir bien es complicadísimo. La idea era tirar un pedazo de “Milongueos” de Broqua (toda la serie de “Evocaciones Criollas” me parece genial, tan adelantada a su época que nadie la tocó y se quedó en un limbo, hasta hoy) a una especie de tacho de ácido nítrico y ver qué salía del humo y los chisporroteos resultantes. Cada uno sublima el vandalismo como puede. La tercera, que de fácil tiene más bien poco, se llama “Doble” por dos razones: combina ritmos de candombe y murga, en estrictas permutaciones de una célula rítmica, y es como una doble exposición, en la cual se oye primero la “foto” tal cual, y después la misma foto con aumentaciones de la misma célula rítmica sobreimpuestas en el “original”. Debo decir que durante muchos años viví a menos de cien metros de donde ensayaba la comparsa de Gaboto, Zarabanda, así que sobre el candombe hablo de oídas, pero con cierta experiencia directa. Por lo menos, los vidrios temblaban.

 

 

TRES FÁCILES

 

 

The title, which means “Three Easy Ones”, has a story behind it. At the time, since the mid-70's, Ricordi Argentina had an artistic director quite visionary, Horacio Ceballos, (personal friend, good guitarist and teacher, member of the Martínez Zárate Quartet) who decided that it was possible to publish classical music for guitar in South America as long as certain conditions existed, among them, get permission to make local editions of important and popular works (for instance, Brouwer's Decamerón Negro) and sell them cheap enough so it was not worth it to make photocopies. Naturally, like all good things, it did not last too long, but while it did it worked. They had already published my edition of Bach's Suite BWV 995 (you had to be brave to ask a 20-something to do this) and my transcription for solo guitar of Pagnini's Gran Sonata. Miguel Ángel Girollet, a dearest friend and colleague, also member of the Quartet, had premiered brilliantly in Buenos Aires “Consecuencias”. So I offered it to Ricordi.  They thought it was too difficult, nobody would buy it and why don't you write something easier? So I wrote this work, not in a spirit of rebellion (like Sor with “Est-ce bien comme ça?”) but with the idea of playing the game and have fun. I had thought of doing more, which would have been  be called “Three still easier ones” and so on, and the last one would be one note on an open string which would be tuned down as soon as played. But it did not happen. Nevertheless, I have used the trick of untuning a string more than once.

In the first piece I could keep within the general idea of doing something that would be easy to play. In fact, the notation does not give an idea of how the piece sounds because it depends of the natural  harmonic resonances of the guitar, somewhat like one of Stockhausen's Klavierstücke which begins with 120-plus repetitions of a chord with the pedal down. I did not know this piece at the time, but if an idea is interesting somebody will invent it again sooner or later, in this case in a poor man's version). 
In the second piece, things got a little bit out of hand, because it is slow and has few notes, but it is very difficult to measure the rhythms right. The idea of this was to throw the beginning of Broqua's “Milongueos” to some kind of container full of nitric acid and watch what could be seen through the smoke. You sublimate your vandalism as best you can. 
The third is called “Doble” for two reasons; it combines rhythms of candombe and murga, in strict permutation of a rhythmic cell, and it is like a double-exposition photo, in which first there is the “photo” as it is, and then it is repeated with augmentations of the same cell superimposed on the original.
I have to say that, for many years, I lived at less than a block away from where a candombe comparsa (called “Zarabanda”, in Gaboto street, Montevideo) rehearsed. So about candombe I can say I speak from hearsay. But the windows sure trembled when the drums passed by.

 

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