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Eduardo Fernandez

POSTALES IMAGINARIAS / IMAGINARY POSTCARDS

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Hay quien piensa que los compositores no deben comentar sus obras, y dejar que hablen por sí mismas. Yo no soy de esa escuela: el compositor puede aportar mucho con sus comentarios a la comprensión de la obra, y si bien su enfoque no puede ser excluyente de otros posibles, no creo que haga ningún daño dar a conocer el proceso de creación de una obra. Quien no quiera tener esos datos, que se saltee esta entrada, y todos contentos.

En 1992, Leo Brouwer (a quien no conocía todavía personalmente) me invitó a participar en el Festival de Guitarra de La Habana, y por supuesto acepté. Nunca había estado en Cuba, y la oportunidad de conocer a Leo no se podía dejar pasar. A pesar de que estaban en pleno “período especial” nos hicieron sentir muy bienvenidos a todos los guitarristas extranjeros que fuimos. Pero para mí fue un verdadero sacudón ver cómo estaban los cubanos sufriendo en ese período. De todos modos, ese no es el tema de esta entrada, aunque probablemente “Cuban Farewell” en cierto modo puede estar relacionado con esa experiencia. Una tarde del festival, en la cual estaba libre, me vino una idea para una serie de tres piezas para cuatro guitarras – y tomé notas. El título global de “Postales imaginarias” ya estaba junto con las tres anotaciones, aunque jamás me hubiera imaginado que cuando eventualmente terminara de escribir la serie una postal sería prácticamente una pieza de museo. De paso, eventualmente perdí las anotaciones, pero las ideas eran tan definidas que realmente no las necesitaba. Las llevé conmigo por muchos años.

La primera comenzaba con una serie de acordes perfectos a distancias de cuartas, en un ritmo específico, vagamente de son cubano – dada la relativa complejidad del ritmo y la velocidad a la que iba, no había otra solución que usar las guitarras en “hoquetus”, o sea, cada guitarra haciendo un acorde. Prolongando la idea, se cerraba el círculo de quintas. La idea era combinar esos acordes con la escala cromática ascendente de ámbito de cuarta que casualmente es el tema de la fantasía “Farewell” de John Dowland; por eso el título de “Cuban Farewell” que vino junto con esa idea. Después agregué otro elemento: un son cubano (“Setenta y dos hacheros pa'un palo”) que conocí en la versión de Arsenio Rodríguez, en un LP que compré durante el festival; cuando lo escuché en casa, fue como una confirmación de la idea, porque se basa en una secuencia de acordes muy similar. Durante los 30 años que pasaron desde la idea a la realización, acometí muchas veces la tarea de intentar continuar ese comienzo, sin éxito. Por fin, el año pasado encontré la llave, o creo haberla encontrado. Era simplemente cuestión de usar la misma estructura de esa secuencia de acordes, aplicándola en una escala más amplia a toda la obra. Algo así como una forma fractal, quizás más bien primitiva, pero funcionaba. Si no hubiera sido por la pandemia, probablemente nunca lo hubiera podido realizar, porque requería un trabajo bastante minucioso.

La segunda idea era un arpegio en “ruido” (no apretando totalmente las cuerdas con la mano izquierda) que recorría todo el cuarteto y gradualmente se concentraba en un acorde, del cual partían armónicos, y de los armónicos partía la secuencia melódica de la canción japonesa “Sakura”. “Sakura” es el nombre de la flor del cerezo, en japonés. La primera vez que estuve en Japón, mi visita coincidió con los pocos días del año en los cuales los cerezos están en flor, días que allí son prácticamente una fiesta popular. De hecho, mi hotel de Tokio no estaba lejos del parque del Palacio Imperial, que está lleno de cerezos, y me llevaron a pasear por ahí. La idea que se me había ocurrido para la pieza era en realidad una enorme ampliación de un solo sonido de guitarra – ataque (ruido), sonido (armónicos y la secuencia melódica), extinción del sonido, lo que estructuraba la obra en tres secciones bien claras. Esta sí la pude desarrollar relativamente rápido, dos o tres años más tarde, se publicó (apropiadamente, por la editorial japonesa Gendai Guitar) y se ha ejecutado en varios lugares. De paso, el texto de “Sakura” habla de lo fugaz de la vida humana, comparable a lo poco que dura la flor del cerezo, e igualmente bella. No es tan diferente de un sonido de guitarra – y eso también estaba presente en esa idea inicial. El tema mismo de “Sakura” no se escucha nunca, pero creo que su perfume se puede percibir.

La tercera idea me vino de una imagen visual, completamente surrealista. Sabía que el dirigible alemán “Graf Zeppelin” había pasado por Montevideo en algún momento de los años 30. Lo “vi” flotando arriba del desfile de Llamadas, y abduciéndolo como si fuera un OVNI, levantando el desfile por los aires, con una luz azul, hasta hacerlo entrar en el dirigible. Para los no uruguayos: este desfile es la mayor fiesta de la colectividad afro (aunque todos, especialmente los montevideanos, la sienten como propia). Se llama así porque los esclavos tenían un día de fiesta, y lo festejaban reuniéndose por medio de los tambores, que se “llamaban” unos a otros de barrio a barrio. El toque formó (probablemente construyéndose gradualmente a lo largo de años, pero eso es solamente una conjetura) una estructura rítmica muy compleja y muy característica, con enorme fuerza y riqueza, que si no me equivoco ha sido declarado patrimonio intangible de la Humanidad por la UNESCO, y si no lo han declarado, bueno, deberían. En ese momento anoté la idea simplemente con el título, porque estaba seguro que ahí había una pieza esperando a ser escrita. En seguida de completar “Cuban Farewell”, recordé que estaba ahí, al acecho, y me decidí a completar la serie. Una vez encontrada una secuencia armónica apta, me resultó bastante sencillo escribirla, aunque la maquinaria de los detalles era más bien complicada y llevó su tiempo ajustar todas las tuercas. Esta tercera pieza no necesita mayor análisis, ya que su trayectoria es totalmente transparente: aparece el dirigible, aparecen las Llamadas, son abducidas, y a su vez... en fin, ya verán. Se me ocurrió usar el famoso tema de la “Cabalgata de las Walkirias”, que aparece como introducción, en un tempo muy lento, y una secuencia de alturas derivada de él para representar al Graf Zeppelin. Como verán si oyen la pieza, la abducción no resultó carente de consecuencias para el dirigible de los nazis, que quién sabe si está orbitando el sistema solar todavía en algún universo paralelo.

Tuve la fortuna de que un cuarteto de guitarras de Uruguay, liderado por Gonzalo Victoria, se interesara por hacer toda la serie, así que es una de las poquísimas obras mías que he podido escuchar en vivo en el estreno de la serie completa, en diciembre de 2021, en un concierto del Núcleo Música Nueva. Y la serie completa se grabará en julio.

Espero que les gusten! Si quieren ver las partituras, la primera y tercera de las piezas están en este website.



There are those who think composers should not comment their works, and just let them speak for themselves. I do not belong to that school; the composer can contribute to a better understanding of his work, and although his view cannot exclude other possible approaches, I do not think there is any harm in making known the generating process of a work. If you do not want to know, please skip this blog entry, and everybody will be happy.

In 1992, Leo Brouwer (whom I had not met in person at the time) invited me to take part in the Havana Guitar Festival, and of course I accepted. I had never been to Cuba, and I could not let pass the opportunity to meet Leo. Although the Cubans were in the “special period”, they made all the foreign participants feel very welcome. But for me it was a real shock to see how they were suffering in that period. Anyway, that is not the subject of this entry, although “Cuban Farewell” might have something to do with that experience. One afternoon of the festival, which I had free, I had an idea for a series of three pieces for four guitars – and I took notes. The global title of “Imaginary Postcards” came together with the annotations, although I would never have suspected that by the time I finished writing the series, a postcard would practically be a museum piece. By the way, I eventually lost the annotations, but the ideas were so definite that I really did not need them, and I carried them for many years.

The first one began with a series of perfect chords at distances of fourths, in a specific rhythm, vaguely near a Cuban son. Given the complexity of the rhythm and how fast it went, the only possibility was to use the guitars in hoquetus, that is, assigning one chord to each. Prolonging this idea, the circle of fifths was closed. The idea was somehow to combine these chords with the ascending chromatic scale (covering also a fourth) which happens to be the motive of Dowland's “Farewell” fantasy. That's the reason for the title “Cuban Farewell”, which came together with the idea. Later I added one extra element: a real Cuban son (“Setenta y dos hacheros pa'un palo” - “Seventy-two axemen for one tree”) which I met in the version made by Arsenio Rodríguez, in a LP I actually had bought at the Festival. When I listened to it at home, it was like a confirmation of the idea, because it begins with a similar sequence of chords. During the 30 years which passed between the idea and the realization, I attacked many times the task of trying to continue this beginning, without success. At last, last year I found the key, or I think I did. It was simply a question of using the same structure of the sequence of chords, applying it in a larger scale to the whole piece. Something like a fractal form, maybe a bit primitive, but it worked. If it had not been for the pandemic, I probably would never had been able to do it, because it required some heavy labor.

The second idea was an arpeggio in “noise” (where the left hand did not press the strings all the way) which went through the whole quartet and gradually concentrated in a chord, from which harmonics started, and from these harmonics started the melodic sequence of the Japanese folk song “Sakura”. “Sakura” is the name of the cherry tree blossom, in Japanese. The first time I went to Japan, my visit coincided with the few days of the year in which the cherry trees are in bloom – those days are practically a folk feast there. Actually, my hotel in Tokio was not far from the park of the Imperial Palace, which is full of cherry trees, and they took me there as a treat. The idea I had for the piece was in fact a huge enlargement of a single guitar sound – attack (noise), sound (harmonics and the melodic sequence) and extinction of the sound, which articulated the piece neatly in three well-defined sections. This one I could develop relatively quickly, it became “A Meditation on 'Sakura'”, it was published (appropiately) in Japan by Gendai Guitar, and it has been performed in several places. By the way, the text of “Sakura” tells of the fleetingness of human life, comparable to the short life of the cherry tree blossom, and equally beautiful. Not so different from a guitar sound – and that was also present in the initial idea. The melody of “Sakura” is never heard literally, but I think its perfume might be sensed.

The third idea came as a visual image, something completely outlandish. I knew that the German dirigible “Graf Zeppelin” had overflown Montevideo at some point of the 1930's. I “saw” the Graf Zeppelin floating above the Llamadas parade and abducting the parade as an UFO, making the parade rise in the air on a blue light until it came into the dirigible. For those who are not Uruguayans, which makes about 99.99% of the world population, this parade is the main feast of the Afro collective (although everybody, specially in Montevideo, feel it as their own). The name was given because the slaves had a feast day, and they celebrated it getting together by means of the drums, who “called” (“llamaban”) one another from one quarter of the city to the next. This particular practice generated (probably evolving gradually through the years, but that is simply my conjecture) a very characteristic and complex rhytmical structure, with overwhelming force and richness, which if I am not wrong has been declared “intangible patrimony of mankind” by UNESCO, and if it hasn't, well, it should be. At that moment I just annotated the title, because I was sure there was a piece there waiting to be written. As soon as I completed “Cuban Farewell” I remembered that it was there, stalking me, and I decided to complete the series. Once I found a harmonic sequence which seemed appropiate it came relatively easily, although the machinery was complicated and it took some time to adjust well every single nut. This third piece does not need any analysis because the trajectory is completely transparent: the dirigible appears, the Llamadas appear, they are abducted, and... well, you will see. I decided to quote the famous theme of the “Ride of the Walkyries”, which appears as an introduction in a very slow tempo, and a sequence of pitches derived from it to stand for the Graf Zeppelin. If you hear the piece you will notice that the abduction did not go without consequences for the Nazi dirigible, which might still be orbiting the solar system in some alternative universe.

I was fortunate that a guitar quartet from Uruguay, led by Gonzalo Victoria, got interested in presenting and recording the whole series, so it is one of the very few works of mine that I could listen to in the premiere, in December 2021, in one of the Núcleo Música Nueva concerts. The complete series will be recorded in July this year.

I hope you like them!

If you are curious about the scores, the first and third piece can be found in this website, in “Compositions”.


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